Categorías
Columna

LA DEBILIDAD INSTITUCIONAL: LA INFORMACIÓN QUE OCULTA EL PRESIDENTE

En la ya tradicional homilía matutina del presidente, a la que nosotros “cariñosamente” apodamos mañanera y a la que él “oficialmente” llama conferencia de prensa. El mandatario López Obrador presume que su gobierno es completamente honesto, que no tiene nada para ocultar, por tanto las acciones que realiza son un ejercicio ejemplar de transparencia. El dirigente tabasqueño cual caballero medieval montado en su caballo “populo”, irrumpe en el campo de su cruzada mediática protegido por su armadura moral y acompañado por su retórica afilada que atraviesa los cuerpos de aquellos opositores, adversarios, conservadores y fifís arrebatando su aliento. Cada que fulmina a un contrincante se llena de valor y como últimamente sus “adversarios” carecen de todo tipo de resistencia ha terminado con un gran número. A consecuencia de esto el presidente está inflamado de valor, a punto de reventar, tiene tanto valor que se atrevió a exponer (ayer), la relatoría de los hechos ocurridos en Culiacán, sin importarle exhibir las contradicciones de su secretario de seguirdad ciudadana, la ausencia de una adecuada estrategia militar para la detención de grandes capos de la droga, la falta de preparación de su general Cresencio Sandoval para exponer en público, la presión del águila calva sobre el gobierno de la 4T entre muchas otras cosas, todo esto por la bandera de “NO TENEMOS NADA QUE OCULTAR”.

Bien el presidente cree que no tienen nada que ocultar, que sus ejercicios de vocear información pública son tan claros y transparente como las aguas del río usumacinta, sin embargo, una oscura mancha que tiene por nombre DEBILIDAD INSTITUCIONAL opaca esta claridad. Sí, nuestro caballero transformador no ha mencionado que los hechos violentos ocurridos en Sinaloa, Michoacán, Guerrero y otras partes de la república son consecuencia de que las instituciones encargadas de procurar justicia, seguridad y tranquilidad están en estado crítico, endeble, desgastado. Las inhumanas condiciones de las policías municipales, estatales e incluso federales han ocasionado la infiltración de la delincuencia organizada, como consecuencia las población no confía en la policía y la policía no confía en la población. La desconfianza mutua merma la seguridad ciudadana. Las fiscalías y procuradurías generales de los estados, no atienden de la manera adecuada las denuncias, fallan en la investigación técnica y científica de los hechos delictivos, igualmente el equipamiento para estas investigaciones es deficiente o nulo, son mínimos los casos que se resuelven o llegan a sentencias. El sistema penal penal acusatorio no se consolida y no es bien aplicado, arrastra casos del antiguo sistema. El sistema penitenciario se encuentra olvidado, pocos son los apoyos a la re-inserción social de los internos, las actividades que se llevan a cabo dentro de los penales no corresponden a la realidad fuera de éstos. La justicia hasta el último día de este mes aparece más como persecutoria. Faltan muchos elementos para describir en su totalidad la debilidad institucional que tiene a nuestro país en las condiciones de violencia e inseguridad del presente, pero por este momento es suficiente, lo demás quizá ya lo sabemos. Las extremidades del Leviatán mexicano parecen desprenderse. Y esto es algo el señor presidente parece ocultarlo (conveniente o ignorantemente) cada mañana, quizá no es tan transparente.

Espero que muy pronto su caballo “populo” comience a renegar.