Allá va el vicepresidente Ebrard a rescatar al hermano Boliviano con la bendición de Pachamama.
La casi centenaria cultura de asilo político del gobierno mexicano no había conocido tal revuelo como el surgido por la admisión a Evo Morales, acusado de dictador, tirano, socialista, bolivariano e indígena. Depuesto por un “pacífico” golpe de estado luego de un fraude electoral, Evo tomó la salida que evitó la agresión entre su pueblo y contra él.
El endeble régimen venezolano fue incapaz de recibir a su máximo pupilo y aliado en el cono sur, entonces México, otrora acusado de tibio cuando no de agachón se erige como un salvador del refundador boliviano. Marcando desde ahora un paso que muchos anhelaban hace una década, encabezar la izquierda latinoamericana.
La pregunta es si podrá un presidente tan endémico y desmañado en lo internacional empezar a coleccionar victorias entre los gobiernos latinoamericanos, tender la mano al sur sin soltar el norte, siempre atento y vigilante. El asilo de Evo es incuestionable desde lo histórico y doctrinario, pero sería un error no ver más que un atrevimiento del gobierno mexicano. AMLO ha marcado la agenda nacional todas las mañanas desde palacio nacional, no sería raro que ahora intente algo similar con más kilómetros que abarcar.
Sudamérica, tan convulsa e ignorada, tan detenida políticamente en el tiempo. Retrógradas derechistas e indígenas socialistas rencorosos de un pasado lejano. El sur todavía existe.